Antonio
Melchor
El pasado 22 de septiembre
la Dirección del IES L’Eliana decidió suspender las clases a partir de las 9.05
horas de la mañana debido a la inundación de varias dependencias del Centro.

Ante el riesgo de resbalones
y caídas a causa del agua acumulada, la Dirección del Centro indicó a través de
la megafonía que se suspendían las clases y que los alumnos podían llamar a
casa para ser recogidos por sus familiares. En medio de cierto caos por la
insólita situación, los padres fueron acudiendo y se fueron marchando con sus
contentos hijos, todos pendientes de no resbalar. Los profesores y los miembros
de la Junta directiva procuraban que el orden se mantuviera. Los pocos alumnos
cuyos padres no pudieron acercarse al instituto fueron atendidos por el
profesorado.
El comienzo del curso ya
suscitó la protesta de alumnos y profesores a causa de las elevadas
temperaturas de las primeras semanas del mes de septiembre, situación agravada
por la orientación de unas aulas que no están acondicionadas para ese calor
sofocante (en el segundo piso, además, la cubierta hace de parrilla para
calentar las aulas de debajo) y por unos grupos de alumnos muy numerosos. El
calor alcanzó su punto más alto el día 11 de septiembre, con viento de poniente
y temperaturas cercanas a los 37º C, que dieron lugar a la interrupción de las
clases, la salida al patio de varios grupos de alumnos y la posterior huelga de
alumnado del día 18.
Ahora ha sido la lluvia la
que ha alterado el normal desarrollo de las clases y ha demostrado una vez más
que los diseñadores y arquitectos del IES L’Eliana no tuvieron en cuenta las
circunstancias meteorológicas de la zona: mucho calor en verano y trombas de
agua con la llegada del otoño. Quizá ni ellos ni los responsables de aprobar
sus proyectos dieron importancia a esos factores.